domingo, 19 de abril de 2009

Genética del apego y la interacción genetica-ambiente

Según la investigación de De Vito y cols (2001) lo que mejor predice las conductas
perturbadoras en la infancia es la educ ación excesivamente permisiva y un apego coercitivo.
En definitiva lo que hoy se mantienen es que el tipo de apego incrementaría el riesgo aunque ni
es necesario ni suficiente.

GENÉTICA DEL APEGO Y LA INTERACCIÓN GENÉTICA -AMBIENTE.

Existen algunos estudios que relacionan el apego con la genética y su interacción con el
ambiente. Sin embargo los resultados son heterogéneos. Uno de los primeros fue el realizado
por Suomi (1999) en animales. Afirmaba que la presencia de un alelo del gen transportador de
la serotonina podría estar relacionado, tanto con el apego como una amplia variedad de
problemas psicopatológicos. Pero tal vez el que más interés despertó en la comunidad
científica fue el Lakatos y cols (2002) en donde afirmaban que el apego desorganizado podría
ser la expresión en algunos casos de anomalía en el receptor DR-D4 de la dopamina. Sin
embargo, estudios posteriores llevados a cabo en muestras más amplias no ha confirmado
este hallazgo.

Las investigaciones de Caspi y cols (2002) indican que muy probablemente la resiliencia ante
el abuso, el maltrato y la negligencia que presentan algunos niños podría estar relacionada con la presencia de un alelo específico para la MAO. Otro aspecto interesante es que parece que la presencia de este alelo solo actuaría como protector frente a los trastornos disociales y no frente a los trastornos efectivos derivados del maltrato.

PRÁCTICAS EDUCATIVAS DE LOS PADRES.

El conjunto de las prácticas educativas realizadas por los padres, así como sus actitudes
ejercen una gran influencia sobre la conducta de los hijos. Si bien en todas las familias
podemos encontrar alguno de los factores de riesgo de trastornos disociales, lo que se
demuestra es que éstos son estadísticamente significativos en las familias con una mayor
prevalencia del trastorno. La cuestión es conocer cuales son los procesos familiares que dan
lugar a los trastornos disociales y a la delincuencia entre sus miembros.

Existe una investigación que podemos considerar paradigmática acerca de las causas o
factores de riesgo de las conductas disociales y delincuentes. Fue realizado en Boston entre
1939 y 1950 y aún no ha sido superada la exquisitez de su metodología (Glueck y Glueck,
1950). Se estudiaron a 100 sujetos apareados en dos grupos de 500. un grupo formado por
delincuentes y el que servía como control no podía presentar ni siquiera absentismo escolar.

SE evaluaron con test psicológicos, exploración física, test de inteligencia, entrevista
psicopatológica. Fueron entrevistados profesores, familia y vecinos, empresarios, policía y los
tribunales. Fueron evaluados a la edad de 25 años y a los 32. En la segunda evaluación la
mortalidad experimental fue bastante aceptable: en el grupo de delincuentes quedaron 438 y
en el grupo control 442. Los resultados fueron los siguientes:
o Cambio de domicilio frecuente.

o Habitan domicilios de peor calidad.

o Situación económica inestable.

o Mayor número de divorcios.

o Ausencia de la figura del padre con más frecuencia.

o Mayor incidencia de delincuencia entre hermanos.

o Mayor número de antecedentes psiquiátricos entre los abuelos.

o Ambiente familiar desordenado.

o Menos cohesión, solidaridad y fidelidad entre los miembros de la familia.

o Frecuente indiferencia, rechazo y relaciones poco afectivas entre los miembros
familiares.

o Escasa disciplina, muy severa o errática.

Estos resultados han sido ampliamente replicados en otras investigaciones.

Existe otro modelo explicativo de los trastornos disociales: EL MODELO DE CONTROL
SOCIAL. Según este modelo el delito y la desviación se instalarían cuando el vínculo del
individuo a la sociedad es demasiado débil o no existe en absoluto, o bien cuando por diversas
circunstancias no existe. En vínculo puede ser expresado, tanto desde una perspectiva formal
(policía, autoridad judicial) o informal como la familia, vecinos, grupo de iguales etc. La
hipótesis es que el contexto estructural de la familia influencia las formas de control social
informal ejercido por la familia, explicando este control las diversas formas de la delincuencia.
Según este modelo la influencia de la familia se ejercería a través de la disociación familiar, el
tamaño de la familia, el bajo nivel socioeconómico, el origen extranjero, los cambios frecuentes
de residencia, el trabajo de la madre, la criminalidad o la alcohol-dependencia en el padre y/o
en la madre.

Estas dimensiones actuarían directamente y tendrían efectos sobre las variables de control
social en la familia. Las prácticas educativas aparecen como uno de los factores más
determinantes y, especialmente, la supervisión, las disciplina errática, o demasiado estricta.

Estilos Educativos
Han sido clasificados en tres tipos básicos:
Estilo permisivo: Caracterizado por ser poco punitivo, deja al niño a regular su
actividades como el desee, no se les pide obediencia, se le anima a que siga su criterio
sin restricciones psicológicas ni conductuales.

Estilo autoritario: Contrariamente al estilo permisivo, se controla, evalúa el
comportamiento del niño con respecto a unas normas de conducta. La obediencia es
valorada positiva en sí misma. Favorece las medidas punitivas y valora la autoridad y la
tradición como elementos fundamentales de la educación.

Estilo democrático: Se dirigen las acciones del niño, aunque de forma racional y
hablando con el niño. Al mismo tiempo que se valora la autonomía se realiza un control
firme y reconocimiento de sus particularidades. Se admite que este estilo es el que
mejor predice la confianza padres/hijos, así como la adaptación social positiva.
Se han relacionado los anteriores estilos educativos con diferentes modalidades de cuidados
parentales que estarían especialmente asociados con los problemas de conducta.

Reforzamiento coercitivo o Modelo de Patterson: Episodios de reforzamiento
negativo ante las desobediencias del niño ante las demandas parentales que terminan
recompensándose por dimisiones sucesivas de los padres.

Castigos excesivamente duros: se encuentran de forma constante como factores de
riesgo de de los problemas de conducta.

Actitud parental positiva y activa: Se considera que previenen los problemas de
conducta incluso en situaciones de adversidad psicosocial.

Ante todo sería la ambigüedad y la permisividad los aspectos educativos que más
importancia adquieren en la etiopatogenia de los trastornos de conducta. Para Stormshark
y cols (2000) la conducta oposicionista, agresiva e hiperactiva, se asociaría a actitudes
parentales específicas. Todos los trastornos de conducta se asociarían a un tipo punitivo
de interacción entre padres e hijos, las relaciones poco afectivas o calurosas se asociarían
a los trastornos de oposición y desafiantes y las conductas agresivas, as u vez, se
asociarían con conductas agresivas en los padres. De todas formas dos variables aserian
las que se encuentran más asociadas a los problemas de conducta: La implicación de los
padres en las actividades del niño y la supervisión.

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